

Pensé mientras el coche se lanzaba contra el muro, que yo no había tenido la culpa.
¡Casi me matan ellos a mí!
No soy yo quien se cruzó en su camino sino ellos en el mío.
Debo seguir mi viaje.
Y rápido o me quedaré atrás.
Espero alcanzar al grupo en la próxima parada. Nos quedan más de 2000km hasta las charcas de invierno y yo solo no podré llegar.
Los del coche acabaron su viaje aquí.
Levanto el vuelo mientras veo con tristeza el contenido del equipaje esparcido en la carretera.
Creo que esta vez no regresarán a casa.
Làstima que no haya billetes para maniquíes y tengas que viajar como las piezas del tetris.
Quizás sea mejor así, porque hubiera terminado cediéndote el asiento de la ventanilla y pasaría todo el viaje odiàndote y odiàndome por perderme el paisaje.
No sé lo que va a pasar a partir de ahora. A lo mejor podemos dar unas cuantas vueltas, como si el mundo fuera un tiovivo, hasta que se nos acabe el dinero.
o siento mucho por tí. Aunque vayas todo el viaje con los ojos muy abiertos, no vas a ver nada.
Transcripción:
5-10-2059 06:02:05 Somnium IV/001
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Querida mamá;
Cuando leas estas líneas sabrás que son las últimas.
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Que ironía, acostumbrados a la comunicación instantánea, hemos tenido que volver al sistema que usaban tus bisabuelos cuando emigraron a principios del siglo XX.
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Como entonces, aunque estas palabras viajen a la velocidad de la luz, tardaran meses en llegarte.
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La fuerza nos atrae hacia ella lenta, paulatina e inexorablemente.
La imagen que te envío es la terrorífica belleza que nos muestra.
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Esto no es una despedida porque tú ya sabías que no volverías a verme.
Como las efímeras, enviaste tu semilla lejos.
Muy lejos.
Fuiste valiente.
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Cuando crucemos al otro lado, lo haremos como el polvo de estrellas que somos en esencia o como pioneros de un nuevo camino.
Y tú cruzarás conmigo.
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Te quiero mamá.
Leo
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Teniente Leónidas Atardis
A/a Familiares tripulación.
Destino: Tierra.
Se sacudió las manos y dio un par de pisotones para desprenderse la tierra de los zapatos.
No fue tan difícil finalmente.
Enterró su sueño después de participar en el taller de escritura.
En un acto final de valentía le entregó su manuscrito al profesor.
Esperó, pero solo recibió silencio.
Ahora liberó en un suspiro toda la ira que le devoraba desde hacía un mes, cuando leyó su nuevo libro.
El cabrón se lo tenía merecido.
Se echó la pala al hombro y se alejó silbando.
Participación en el II concurso de microrrelatos El taller de escritura Fuentetaja
Amo el agua
incesantemente inquieta
buscando solaz en la arena,
filtrándose inaccesible
hacia el corazón de la tierra.
.
Amo el mar,
la sal perlada de las olas
y el rumor que se mece
en su rítmico vaivén.
.
Amo la luz
de los destellos hirientes
de la tarde veraniega
que enrojecen luego
para, tenues, latir bajo la luna.
.
Amo el mar,
el horizonte infinito
que siluetea el mundo
prendiendo joyas azules
en la cintura de la noche.
Amo el mar.
…
Odio los dientes
que castañetean incontrolados
en el cuerpo insensible
que se aferra a la vida
asido a una tabla.
.
Odio la tabla
huyendo de las manos
que como garfios
intentaban retenerla.
.
Odio la gravidez
del cuerpo que se hunde
y la flotabilidad
del que emerge.
.
Odio la voracidad del mar
que apresa,
devora y no devuelve.
.
Odio la espera
junto al mar.
…
Odio el frío
helado de la piel
del escalador muerto.
.
Odio la juventud
en su rostro
eternamente fotografiada.
.
Odio el agua
que arrebatadora fluye
por la garganta
que engullendo, grita
el nombre de otro aventurero.
.
Odio la roca
que resbaladiza mata
cuando, atractiva, invitó a subir
y traicionera ríe.
.
Odio el árbol milenario
que impasible asiste
al último estertor
del perdido caminante
que osó adentrarse
en la intimidad del bosque.
.
Odio la frialdad
y la muerte
de la montaña.
…
Amo el aire
que transparente porta
oxígeno y vida.
.
Amo la altura
que invita a descender
planeando, y a subir
en la cálida corriente
que emana de la tierra.
.
Amo la piedra
que impávida observa
el discurrir del tiempo
y lejos de ser inamovible,
cambia,
se despereza siendo montaña
y se duerme en la ladera.
.
Amo el reto de la altura
y la indómita
esbeltez de la montaña.
.
Amo y odio el mar y la montaña
la montaña y el mar.
…
Teresa Posada Domínguez
Grazalema de Sal
Todos los seres somos
configuraciones temporales,
frágilmente preciosas
en el instante en que vibramos,
con una frecuencia única.
Somos luz,
somos música,
somos polvo de estrellas
que existimos fugazmente
… mientras sonamos.